EL LIBRO SABIO DE LAS FRUTAS Y VERDURAS



RECETAS VEGETARIANAS


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EBOOK: "LEGUMBRES ESPAÑOLAS"



CALENDARIO DE FRUTAS Y VERDURAS


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FUNDAMENTOS NUTRICIONALES EN EL CÁNCER


CÉLULAS CANCEROSAS
CÉLULAS CANCEROSAS

El cáncer es una enfermedad con una base genética pero, al margen de esta circunstancia, los factores medioambientales ejercen un papel clave en su desarrollo. Estos factores pueden ser de tipo físico, como algunas radiaciones, de carácter biológico, como los propiciados por virus, los ligados al estilo de vida, tales como la actividad física o el consumo de tabaco, los relacionados con determinadas exposiciones laborales, etc. De entre todos ellos, los factores nutricionales, han cobrado una gran trascendencia. Se podría afirmar que el 30% o el 40% de todos los casos de cáncer se podrían evitar interviniendo adecuadamente sobre los factores alimenticios. Según numerosos estudios científicos si se produjera un aumento significativo en la ingesta de verduras y frutas, se podrían prevenir alrededor del 33% de los casos de cáncer de pulmón, gastrointestinales y de cuello de útero.

 

El papel protector de la dieta está cimentado en aquellas sustancias integrantes de los alimentos y que disminuyen el efecto dañino de los radicales libres, interviniendo en la reparación del envejecimiento celular y del ADN, siendo capaces de inhibir los procesos de activación y evolución de los procesos cancerígenos.

 

Existen importantes evidencias de que el consumo de frutas y verduras disminuyen el riesgo de cáncer de boca, faringe, esófago, pulmón y estómago. Más específicamente, los vegetales de hoja verde parecen proteger del cáncer de pulmón, de estómago y orofaringe y las dietas con un alto contenido en crucíferas (brocoli, col, coliflor, coles de bruselas, etc.) protegen, con toda probabilidad, frente al cáncer de colon, recto y tiroides. 

En la génesis de todos los cánceres existen una serie de mecanismos comunes.  Los más destacables son la existencia de un sistema inmunitario deprimido, la acidosis extracelular y la presencia de un entorno inflamatorio en el organismo.

Basándose en estas premisas, entre los alimentos anticáncer se pueden destacar:

Alimentos antioxidantes, como los frutos rojos, los brotes de semillas germinadas, las legumbres, el cacao, las verduras de hoja verde, el té verde, la piña, la papaya, etc.

Alimentos ricos en vitaminas y oligoelementos (selenio, zinc, magnesio, cobre...): Naranjas, limones, pimientos, rábanos, zanahorias, uvas, setas, algas, sésamo... 

Alimentos ricos en Omega-3: Nueces, semillas de lino, aguacate...

Alimentos alcalinizantes: Manzana, cebolla, calabaza, semillas, alimentos fermentados...

Alimentos estimulantes del sistema inmunitario: Frutas y verduras en general, setas...

Alimentos con moléculas de actividad antitumoral, como por ejemplo la quercetina de cebollas y manzanas, el resveratrol de la uva negra y el vino tinto, el indol 3 carbinol de las verduras crucíferas, el licopeno del tomate, la allína del ajo, los terpenos de las hierbas aromáticas, etc.

Alimentos con actividad antiinflamatoria: Algas, frutas secas, cúrcuma, semillas de lino y todos los alimentos con pigmento verde en general.

 

Como conclusión se podría concretar la dieta adecuada para prevenir y luchar frente a los procesos cancerosos como a un sistema de nutrición de predominio vegano, muy variado, con productos ecológicos, con preferencia en alimentos crudos con pigmentos naturales de vegetales y rica en semillas, germinados y zumos. 


BASES DIETÉTICAS PARA COMBATIR LAS ENFERMEDADES REUMÁTICAS


Los hábitos alimenticios incorrectos pueden alterar cualquier aspecto de la salud, entre ellos el adecuado funcionamiento del metabolismo. Las enfermedades reumáticas  pueden ser debidas, al menos en una parte, a trastornos metabólicos, por lo que prácticamente en todas las formas de reumatismo es especialmente importante una alimentación equilibrada y focalizada a resolver o minimizar estas alteraciones.

Los estados dolorosos e inflamatorios crónicos relacionados con las afecciones reumáticas en cualquiera de sus localizaciones, mejoran claramente a medio o largo plazo después de haber adaptado la dieta. Los puntos fundamentales es su planteamiento global son:

-Comer lentamente, ensalivando bien lo que se come para facilitar la actividad de las glándulas digestivas, perimitiendo a los intestinos una correcta absorción y aprovechamiento de las sustancias contenidas en los nutrientes.

-Consumir bebidas de calidad en cantidad suficiente, fuera de las comidas. Con frecuencia, los líquidos que se consumen no descargan ni desintoxican el metabolismo, siendo muy abundante el consumo de estimulantes (café, refrescos energétics, etc) o calmantes (alcohol), mediante los cuales se puede contribuir a una acidificación que favorezca el desarrollo de patologías reumáticas. Las bebidas recomendadas son aguas minerales de calidad, sin gas y con poca sal, infusiones, malta, zumos de frutas y hotalizas, así como caldos de verduras naturales, sin extractos añadidos.

-La dieta deberá ser pobre o exenta de carne y derivados. En la alimentación habitual se consume más carne de la recomendable, lo cual produce un incremento en los procesos de putrefacción intestinales y una predisposición a la acidificación.

-La alimentación deberá estar libre de productos desnaturalizados. La desnaturalización de los alimentos supone todos aquellos procesos mecánicos, térmicos o químicos que se realizan sobre los alimentos con el propósito habitual de hacerlos más atractivos. Sin embargo, estos mecanismos producen una pérdida en su calidad, con las consecuentes repercusiones.

-Los alimentos deberán tomarse ni excesivamente calientes ni demasiado fríos.

-El sistema alimenticio será equilibrado y variado.

-La dieta se adaptará a las características y problemática de cada individuo.